El Rey Hebreo que Consultó una Adivina

Ramiro Francisco

El marcado interés del Rey Saúl, por conocer sobre la situación futura de Israel lo tenía loco. Es en ese estado de desesperación y miedo, que ordena a sus siervos de mucha confianza, encontrar una adivina para ir a consultarla.

La gente conoce, sabe en comunidades pequeñas, donde vive una buena modista o un buen sastre. Un zapatero que bien trabaje, un carpintero o buen ebanista, una buena rezadora y ¿Por qué no? Una persona que “lea la taza y se comunique con los muertos”.

Tal vez, eso fue lo que sucedió en esos remotos tiempos de la historia que hoy comentamos.

Algunos soldados de Saúl le llevaron la noticia de la persona a la que él, le interesaba consultar.

Las Escrituras dicen, que el monarca se disfrazó y fue de noche. En principio ella no le conoció. Algunos sostienen que, si ella era adivina, debió conocerlo de inmediato.

Durante el diálogo Saúl, le solicita “le haga subir a Samuel”. ¿Conocía el Rey, el proceso? ¿Qué era aquello de “subir”?

Durante el trance es cuando la Adivina de Endor, se da cuenta que su cliente, el consultante es Saúl. Siente temor, por aquello de la existente prohibición, a lo que el Rey le jura por Jehová, que no le pasará nada.

Es entonces, cuando el profeta Samuel establece un diálogo con Saúl. ¿Era realmente Samuel? ¿Por qué atiende el llamado de la adivina? ¿Los fantasmas hablan, entienden, gesticulan, caminan?

La “aparición” le habla claro. Dándole a entender, que pronto morirá junto a sus tres hijos Jonatan, Abinadab y Malquesúa, como realmente ocurrió, y que iban a estar con él.

“iban a estar con él”…¿Dónde?  ¿En el cielo, en el infierno? ¿Dónde era que se encontraba Samuel?

Misterioso pasaje bíblico, que sencillamente obliga a pensar y salirnos un poco de los espacios fanáticos y aceptar que hay niveles de conocimientos a los que no hemos llegado, aunque se mantienen las esperanzas de que “los entendidos entenderán”.

Continuará…