Dice el Art. 367 del Código Penal (el viejo y obsoleto, pero todavía vigente) que difamación es la alegación de un hecho que ataca el honor o la consideración de la persona al cual se imputa. Sin embargo, merece aclarar, cuando se dispone de pruebas evidentes en torno al delito atribuido no hay difamación.
Recuerdo que con el profesor Juan Bosch había que ser cuidadoso, al referirse a su figura, porque durante toda su vida pública y privada se cuidó en no cometer pifias.
Naturalmente, a todos los líderes políticos les fabrican calumnias, pero el defenderse convincentemente y exhibir un rostro de irritación, cualquier infamia perversa terminaba afectando más al autor de la inventiva. Otro líder que no toleró calumnias a su honra fue Peña Gómez. Siempre dio el frente y respondió a las múltiples difamaciones de las que fue objeto.
Hasta el propio Joaquín Balaguer mostraba su enojo y se defendió las veces que pretendieron atribuirle corrupción pública para provecho personal.
En una oportunidad un periodista le atribuyó al líder reformista tener una abultada cuenta bancaria en la isla Gran Caimán, lo que provocó ofensa y respuesta agresiva del extinto caudillo. El tiempo se encargó de comprobar que se trató de un invento en procura de notoriedad y de dañar honra.
Bosch, Peña y Balaguer (este último con más defectos que virtudes) fueron tres líderes honrados en lo personal. Y el que es honrado muestra dolor cuando se le atribuye un hecho que afecta su reputación y buen nombre.
Estos juicios se traen a colación, porque los mismos contrastan con la actitud que dos grandes líderes de oposición exhiben, al no inmutarse siquiera ante las múltiples acusaciones de corrupción que les atribuyen cuando les tocó dirigir los asuntos del Estado. Las palabras que se escuchan en los medios electrónicos y los videos e insultos en las redes sociales son para responder o retirarse de la política. Una de las dos.
Pero en este caso cabe apelar a la vieja máxima popular que reza: “El que calla otorga.” Siendo así, de no responder a nada, el apoyo popular está basado en un voto duro que no importa lo que la gente diga. Todas las firmas de investigación de opinión (las creíbles) otorgan entre un 28 y un 32%, por lo que se desprende que podría repuntar si diera respuesta a las acusaciones y lograra persuadir a la población (o a una buena parte) respecto a su inocencia.
Recientemente explotó un escándalo en el Intrant, bajo la dirección del joven Hugo Beras, persona de una familia respetable, pero todos los que han estudiado el caso sostienen que las irregularidades son muy evidentes. Le corresponde a la justicia conocer ese expediente y un juez emitir una sentencia, para de forma definitiva hablar de corrupción pública.
Empero, e independientemente de casos particulares, parece que muchos no entienden que la gente lo que necesita es alimentación adecuada, dormir bien, tener acceso a la salud y practicar las actividades recreativas preferidas. Más nada. ¿Para qué tener miles de millones de pesos, si para vivir no se necesita tanto? Rico no es el que tiene mucho, rico es el que tiene salud y es feliz, sin importar su nivel social.