Claudio Acosta
Comparto la opinión del doctor Francisco Álvarez, cariñosamente Pancho, de que las filtraciones a la prensa de documentos internos en los que la Procuradora General de la República, Miriam Germán Brito, amonesta a sus subalternos tienen el propósito de crear ruido, sobre todo en las redes sociales, para hacer daño, entorpecer o desacreditar la lucha contra la corrupción, como también estoy de acuerdo en que es un esfuerzo inútil, que no alcanzará su objetivo, pero que evidencia el talante de sus enemigos y su natural disposición a recurrir a la guerra sucia, si fuera necesario, con tal de salirse con la suya y burlarse de la ley y la justicia.
Porque si para algo sirvió, verdaderamente, la filtración a la prensa de esas cartas fue para mostrarnos a una funcionaria consciente de su responsabilidad de hacer las cosas bien, y para eso no solo ella sino también sus subalternos deben actuar y comportarse a la altura del compromiso que asumieron ante la sociedad al ser juramentados.
Claro que había que poner en su puesto a Yeni Berenice y a Camacho, bajarle las revoluciones, pues se estaban expresando más como púgiles sobre un ring de boxeo o lucha libre que como dos representantes del Estado en un proceso histórico que marcará un antes y un después en la justicia dominicana. Tampoco puede ser malo que le advierta a los funcionarios del Ministerio Público que no deben tratar de manera “irrespetuosa, agresiva, desconsiderada u ofensiva a los superiores jerárquicos, a los subalternos y al público”.
La lucha contra la corrupción, hay que volver a repetirlo, tiene muchos enemigos y muy poderosos, por lo que no deben extrañar esas filtraciones ni que sus “agentes encubiertos” compartan el mismo techo que doña Miriam. Que sigue comportándose, hay que reconocerlo y aplaudirlo, con la entereza y el coraje de quien sabe que convive con un nido de serpientes venenosas y que debe medir cuidadosamente cada uno de los pasos que da.