Ramiro Francisco
#2
En toda la historia de la humanidad y en las diferentes culturas, se encuentran personas conocidas como espiritista, médium, chamán, brujo, adivino y otras acepciones. Trabajos diferentes en cada área donde le toca realizar sus servicios. Aceptados por unos. Vilipendiados por otros.
Algunos tienen ese “don” de familia, otros ni quieren serlo. Los hay farsantes, irrespetuosos y oportunistas. Mientras que existen quienes usan esas facultades, para ayudar a los demás.
Unos, viven en imponentes palacios o casas y otros ¡Vaya usted a saber! Otros, en viviendas muy humildes y hasta con muchas necesidades!
Esas diferencias, da lugar a algunas preguntas y, ¿Por qué no? A germinar y crecer el espíritu de la duda.
Quedamos en el artículo anterior en que, en la misma Biblia, hay algunos pasajes, donde se entiende – lo que uno cree, otros tendrán sus opiniones propias – sobre la acción o participación, de fantasmas.
Se encuentra en uno de los libros de Samuel, en el Antiguo Testamento. Si tiene interés, lo buscará y hasta el capítulo, donde se narra esa interesante historia.
Es más, una pista: Se conoce como Saúl y la Adivina de Endor.
La situación política del Israel de entonces bajo el mando del rey Saúl, era desastrosa. La amenaza creciente de sus enemigos los filisteos, tenían muy preocupado al monarca. El número de soldados enemigos multiplicaba con creces a los israelitas.
Saúl, consultaba a su Dios y este no le respondía. Había caído en desgracia.
En sus años de amistad con el Creador, Saúl había expulsado de Israel a encantadores y adivinos. Al menos, estaban prohibidas esas prácticas.
La amenaza del enemigo, el silencio del Altísimo a sus ruegos, impulsó al gobernante a ordenar a sus servidores, buscar una adivina para consultarla.
¿Qué tanto conocía Saúl que podían hacer los adivinos? ¿Podían aquellos penetrar los velos de misterios de otras dimensiones y hablar…hablar con alguien que ya había fallecido?
Continuará…