Por: Roque J. de León B. (MAE)
El universo fue diseñado como un hábitat perfecto para que todos los seres vivos interactúen en armonía entre ellos y su entorno para conservarlo intacto y siempre viable.
El conglomerado humano que se distingue como ente racional ante los demás es el responsable de propiciar y mantener el justo equilibro entre los recursos que nos aporta la madre naturaleza para hacer sostenible el ecosistema y su biodiversidad, hasta el día de hoy no ha podido cumplir con ese rol y cada vez, se hace más distante.
No se entiende cómo los depredadores, que no son los que menos tienen, se hacen los ignorantes de que en las montañas y las riberas de los ríos bien preservados es donde se originan las nubes que provocan las precipitaciones que es igual a la «generación de vida», como dice Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz.
Los explotadores de los recursos naturales generan y producen bienes materiales pero jamás podrán generar vida permanente, no tienen sensibilidad para ello.
Lo que más indignación debe provocar en cada uno de nosotros es que los mismos que exterminan las cañadas, arroyos y ríos con la depredación de sus riberas, bosques y montañas de su entorno, son los que de manera hipócrita nos invitan a la conservación y siembra de árboles en esos espacios.
Igual sucede con los océanos, mientras a diario mueren y desaparecen incontables especies marinas que forman parte de nuestro maltrecho ecosistema nos llaman a jornadas para retirar de las playas los plásticos pero, mientras eso sucede a una mayor cantidad de personas se les permite construir en los entornos de donde salen los mismos sin que las autoridades y la sociedad, hagamos lo suficiente para hacer cumplir las regulaciones y mucho menos, desarrollemos campañas de conscienciación al respecto.
La misma situación vivimos con las contaminaciones: sónica, visual, de desechos sólidos, de combustión, las granceras, el hacinamiento humano, entre otros, los que se nos han hecho normales y familiares por lo cual ni siquira nos quejamos.
Como si todo eso fuera poco, desde el año 2011 y aún a la fecha con la llegada del Verano y hasta el inicio del Otoño los vientos oceánicos arrastran a través del Atlántico hacia las costas marinas del área del Caribe, la macro capa de alga marina llamada sargazo, que aunque es una especie afianzada con raíces muy profundas en estos mares, emerge como una cubierta superficial que según los entendidos, ha sido estudiado desde hace más de seis siglos.
Este fenómeno natural es de mucho peligro para nuestro entorno por lo contaminante que resulta y ya lo tenemos en las regiones Este y el Norte de nuestro país, amezando con la desaparición masiva de algunas especies y los seres humanos no son la excepción, por las propiedades que contiene incluyendo el gas metano; mas para su ecosistema de origen es de mucho beneficio por lo que entiendo que los organismos internacionales deben aunar esfuerzos y recursos para crear los mecanismos pertinentes que ayuden a mantener su concentración allí, ya que además puede destruir economías como la nuestra basadas en la venta de servicios, como es el turismo.
Para que tengamos una idea La Universidad de la Florida, que es responsable de monitorear este fenómeno estima que en el 2023 se romperán todos los récords y que serán superadas las 54,000 toneladas de sargazo que se recolectaron en el 2022.
«El que tenga ojos que vea y el que tenga oídos que escuche», tenemos contaminaciones medio- ambientales que escapan de nuestros controles y sólo nos queda unir voluntades para mitigarlas y hacer más llevaderos sus efectos, pero hay otras que son provocadas e incentivadas por nosotros, que con una sociedad compactada vía la conscienciación podemos colaborar a frenarlas a la vez que con nuestro ejemplo marcamos el reclamo a las autoridades para que se comprometan en la aplicación y cumplimiento de las Leyes que nos garantizan la vida, las medio-ambientales; porque nuestro accionar impacta y daña a los demás.
ROQUE J. DE LEÓN B. (MAE)
DIPLOMADO EN TÉCNICAS DE COMUNICACIÓN SOCIAL INTEGRAL
MIEMBRO DEL SNTP Y EL SINLOPP