Por Ramiro Francisco
Bartolo, le dijo a Cayuco, que hay preguntas sin respuestas con todo y los grandes conocimientos de los que muchos hacen gala.
Cayuco, que era su amigo de infancia y que Bartolo le decía que “privaba en pueblita” porque cuando visitaba el campo –ambos son oriundos de Rabo e Chiva- el primero, presumía de conocedor de tecnología pura y gastaba mucho tiempo con eso de ChaNRN “y su desarrollo en bien de la Humanidad”.
Cayuco, en su pavonear extremo solía decir, que no había pregunta hecha por el hombre, que el robot, no pudiera responderla con propiedad y acierto.
Bartolo, el nieto de la vieja Silvestrina, la dueña de la única fritanga del lugar guardaba silencio y prefería alejarse.
Una tarde, en la que Cayuco realizaba sus peroratas, Bartolo El Gago –tenía algunas dificultades en el habla – le hizo saber, que deseaba hacerle algunas preguntas a la persona que se llamaba ChaNRN, y que las llevaría por escrito, para no olvidarlas.
El anuncio, causó risas y expectativas entre el vecindario. Bartolo tranquilo y callado.
Llegó el día esperado y quince personas aprovecharon para hacer el viaje en la camioneta de Don Gumercindo, que la ocupaba para llevar plátanos, guineos, pollos criollos, limones, aguacates y otros rublos agrícolas al pueblo.
El transporte, no era muy grande. Una Datsun 1200. Por lo que algunos de los pasajeros, tuvieron que encaramarse sobre los racimos de plátanos y guineos. Otros, entrar en la jaula con los pollos y algunos emburujarse con los limones y aguacates.
Cayuco, los esperaba en el parquecito del pueblo cerca del cuartel de los Bomberos. Una multitud, que algunos devotos pensaron se trataba de una procesión adelantada.
Habían cubierto todos los costos del empresario con su robot ChaNRN. ¡Eso era algo muy grande para aquella lejana comunidad!
El cura del pueblo fue quien leyó en alta voz las preguntas. Eran solo tres:
1-Día, hora y año de la Venida de Jesucristo a la Tierra.
2-Quién será el ganador de las elecciones presidenciales del 2024 en la República Dominicana.
3-Cuántos galones de agua tiene el río que cruza por Rabo e Chiva.
El empresario, se notaba nervioso, Cayuco sudaba. El murmullo no cesaba. La vieja Silvestrina, sonriente al lado de la única mata en aquel lugar. Bartolo se arreglaba el sombrero de cana. Miraba a su abuela y sonreía.
De pronto, comenzó a escucharse un bit bit bit y muchas pequeñas luces parpadeaban en la cosa aquella. El cura, repetía leyendo las preguntas.
Un sepulcral silencio en el que se podían escuchar los latidos del corazón de quien quedaba cerca. El bit bit bit, aumentaba. Las lucesitas, se apagaron todas, y entonces aquella cosa explotó.
A Bartolo se le escuchó clarito y sin gaguear, cuando dijo ¡Corran! Recordar, que el parquecito está cerca de los Bomberos.
Más de ahí, no puedo contar. Han pasado 24 días y nadie quiere relatar nada de lo allí ocurrido luego de la explosión.
La abuela dueña de la fritanga, solo atiene a decir “el Destino no se tienta”.