Todas las coordenadas indican que el presidente Luis Abinader gana las próximas elecciones en primera vuelta. Son muchos los factores que Abinader tiene a su favor, pero también es ayudado por el descrédito y la ausencia de un discurso que catapulte a sus rivales.
Además de calar en el corazón del pueblo con su estilo y capacidad de trabajo, el PLD y Fuerza del Pueblo, al culparlo de males que no resolvieron en 20 años en el poder o de los efectos de crisis importadas se hunden más en el descrédito. Aún así, si la oposición se unifica alrededor del candidato con más posibilidades el escenario no será el mismo.
Sin embargo, una cosa es Abinader y otra el PRM. En el actual proceso electoral, ese partido, que ha sido duramente criticado por abandonar a su vieja militancia, tiene un gran desafío en la estructuración de las boletas municipales y congresuales. Está compelido a hilar fino en las alianzas, aunque muchas no sean más que simbólicas, para evitar salidas como la del senador de La Romana, quien por miedo a una posible exclusión de su candidatura para repetir en el cargo prefirió emigrar a otro partido, específicamente al PRD.
Con legítimo derecho todos los alcaldes, con la única excepción de Carolina Mejía, quieren repostularse. Pero también hay muchos dirigentes que con legítimo derecho aspiran los cargos.
Como el partido le sacó el cuerpo a las convenciones las candidaturas que no se reservaron serán escogidas a través de encuestas. El método no es cuestionable y se ha usado en otras ocasiones, pero no tiene el mismo efecto que las siempre alborotadas convenciones. El ambiente que se ha creado no puede estar más cargado.
Lo más lógico es que a los alcaldes y legisladores que han emigrado se les garantice su nominación, aunque el motivo de algunos no sea otro que ponerse a buen resguardo por el descalabro de su partido. A esa gente, que se le abrió la puerta, ahora no se le puede echar como si fueran portadores de males.
Hasta con las senadurías existen sus nubarrones que ensombrecen los predios del perremeísmo, un partido que ya constituye una maquinaria electoral.
Los aliados, aunque en verdad no pinten mucho en términos cuantitativos, los actuales funcionarios electos que quieren repetir y la presión de una militancia que en algunos casos espera el momento para vengarse colocan al PRM en una difícil disyuntiva para las municipales y congresuales.
En tales circunstancias ese partido tendrá que cuidarse de cualquier desliz que pueda afectar su capacidad electoral y sobre todo el liderazgo, por mejor ranqueado que esté, del presidente Abinader. No se puede sacrificar, como se ha hecho con la militancia, a la gente que ha hecho su trabajo.