A Don Renato Ferrero en Neuquén, Argentina
Lic. Ramiro Francisco
El maestro había invitado solo a tres de sus discípulos a que le acompañaran. Iban a ser testigos de una experiencia, que les ayudaría toda su vida. Sus nombres: Pedro, Santiago y Juan, quedaron registrados en los Evangelios.
El monte Tabor o de la Transfiguración, se describe como un monte alto. Caminaron desde bien tempranas horas. Nadie en el campamento – es decir – los otros discípulos, no se inquietaron en verles salir. Los escogidos, estaban acostumbrados a acompañar a Jesús, en ciertas jornadas.
Pero esta vez, iba a ser súper diferente. Una vez en la montaña, el Maestro comienza a brillar. Algo raro e inexplicable notan los tres discípulos.
La cara del Señor resplandece como la luz del Sol. Como si fueran rayos luminosos que salen de su rostro y su vestimenta se torna mucho más blanca y muy reluciente.
Y de pronto, como de la nada, dos personajes aparecen en amena conversación con el maestro. Los discípulos, no salen corriendo y asustados, con todo y que esos personajes, también brillaban, estaban envueltos en gloria.
Moisés y Elías, eran los varones que acompañaban a Jesús en esa maravillosa escena, de la que Santiago, Pedro y Juan eran testigos privilegiados.
Pero, ¿Cómo sabían ellos que eran Moisés y Elías? ¿Los conocían acaso? No olvidar, que las fotografías, ni soñadas en ese tiempo. ¿Enseñanza telepática? ¡Quién sabe!
Tener presentes, que Moisés experimentó, conoció la muerte y su cuerpo sepultado, antes del pueblo de Israel entrar a la llamada Tierra Prometida.
Muchos años después, Elías que no conoció muerte, fue llevado por carros de fuego al cielo, ante la asombrada mirada de su discípulo Eliseo.
¿Cómo es que miles de años después, ambos personajes se muestran juntos como en una misión? Al morir, Moisés contaba con 120 años. De Elías, no hay ese registro de edad al ser llevado al cielo.
Pero, se muestran allí jóvenes y vigorosos. Con razón escribía San Pablo “Oh profundidad de las riquezas, del conocimiento y de la ciencia de Dios. Cuán Insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos”.
Ah, no debemos olvidar, que el Maestro, prohibió a esos discípulos testigos de esa transfiguración y de haber visto una de esas puertas mágicas o portales dimensionales, contar esa experiencia a nadie, hasta después de su resurrección.
En este Día Nacional de la Biblia en República Dominicana, escogimos y presentamos a la consideración de todos, este hermoso y enigmático texto que esperamos, sea chispa inspiradora para motivarnos a leer y estudiar otros pasajes del llamado Libro de los Libros.