Lic. Ramiro Francisco
¿Pueden los vivos hablar con los muertos? ¿Hablamos realmente con el familiar o amigo que partió, o es un ángel del Mal, que toma su puesto? ¿Qué tanto y por qué y para qué, nos interesaría hablar con una persona fallecida?
Es más, en otros tiempos llamados de la Inquisición, ya felizmente pasados, nos hubieran buscado, arrestado, acusado y quemado en la hoguera por “hechicero, brujo, contrario a la Iglesia y demonio” por estar escribiendo de estas cosas.
Diferentes instituciones, se han quedado enseñando estas “nimiedades” en secreto, desde tiempos inmemoriales.
El desconocimiento fomenta el miedo, que no es igual que el temor o respeto.
En el mundo, hay pueblos que hablan de la muerte y de los muertos, como si se hablara de café, del mar, de las nubes o del cielo. Algo común, rutinario y sin misterio alguno.
Seguro estamos, que entre quienes leen estos artículos, alguien habrá visto, soñado o hablado con un familiar o conocido, que haya partido de este plano.
Algún “cuento de campo” ha escuchado de sus padres o abuelos, al respecto, pero no se publica y se mantiene “entre familia”, porque lo llamarían loco, desquiciado o endemoniado.
Si cuando Moisés ve la “zarza arder en el desierto”, con la extrañeza de que la misma no se consume y emprende la huida, no hubiera sido testigo y actor de todo cuanto aprendió en ese lugar.
Estamos entre quienes creen, que poco a poco, milenios tras milenios, la humanidad recibe nuevas revelaciones, de acuerdo a sus propios avances, que le permiten crecer y adentrarse en nuevos planos del Conocimiento, que en otros tiempos se hubieran tenido restringidos para unos pocos.
¿Hablar con personas fallecidas? ¿Hablar sobre qué? El Omnipotente, que es quien cierra y abre portales de Conocimiento y Sabiduría, como Guardián Eterno de la Ciencia, mantiene cerradas esas puertas.
Unos pocos, han logrado traspasarlas. Si no es así, Lázaro a quien el Maestro volvió a la Vida, NUNCA mencionó dónde estuvo, ni con quien, ni lo que allí se habla.
La hija de Jairo, de la que nos hablan los Evangelios, tampoco dijo nada de ese otro plano, al ser resucitada por el Maestro.
Es en las Sagradas Escrituras, donde se nos cuenta que, luego de Jesús resucitar, “muchos santos que habían muerto, salieron de sus sepulcros, entraron a la Santa Ciudad, y aparecieron a muchos”.
Mateo, que es quien lo escribe, no dice cuántos fueron. Tampoco si hablaron a alguien, sobre dónde habían estado, cómo era aquello, si todos se conocían y si hacían vida común allá…NADA se sabe!
¿Conoce algún mortal esos secretos? Secretos, misterios diferentes. No como los secretos que nos canta Miltiño al señalar que “en cada corazón existe una pasión, que es …secreto. Lo tiene cada quien, lo tengo yo también, pero es…secreto”
Los Entendidos…entenderán. Título de nuestro próximo artículo.