A través de la historia, la lucha del ser humano por su sobrevivencia ha consistido en extender sus capacidades energéticas, motoras y cognitivas creando artefactos que suplan sus limitaciones biológicas y aumenten su eficacia y productividad.
Miles de años atrás, en el periodo recolector y sedentario, los primeros garrotes usados para cazar y defenderse extendieron las capacidades motoras limitadas, y el uso de piedras para contar y recordar cuánto ganado se tenía, amplió las capacidades cognitivas. Esta evolución llevó posteriormente a la creación del sistema numérico indo-arábico en el Siglo I de nuestra era, fundamental para el desarrollo de la ciencia y la ingeniería.
Pero no fue sino a partir de finales del siglo XVIII cuando se producen tecnologías que impactan significativamente el proceso productivo de la sociedad. A partir de ahí han sucedido cuatro revoluciones industriales que han producido disrupciones y cambios de paradigmas económicos y sociales, al decir de Thomas Kuhn.
Las tres primeras Revoluciones Industriales
La Primera y Segunda Revolución Industrial, impulsadas por la máquina de vapor, la electricidad y la producción en masa, expandieron enormemente la capacidad productiva humana, reemplazando la mano de obra y la fuerza animal por máquinas. Es la era del taylorismo y el fordismo lo que condujo a cambios significativos en la manufactura, la agricultura, el transporte, las comunicaciones y la organización social y política, dando origen al capitalismo moderno, a la burguesía y la clase obrera.
La Tercera Revolución, o Revolución Digital, comenzó en el siglo XX, impulsada por la tecnología digital y el computador basado en la microelectrónica y el desarrollo del software. Esta revolución transformó el procesamiento de información, la automatización de la industria y dio origen a la economía de servicios y a la Era de la Información. El surgimiento de Internet, los dispositivos móviles y las redes sociales cambiaron radicalmente la comunicación, la interacción social y los negocios, dando paso a la era de Big Data. En esta etapa nace una nueva clase social denominada por Peter Drucker “trabajadores del conocimiento”.
La Cuarta Revolución
Con la llegada del siglo XXI estamos asistiendo a la 4ta. Revolución Industrial o Industria 4.0. Esta se caracteriza por la fusión de tecnologías que desaparecen los límites entre lo físico, digital y biológico, motorizada por la Inteligencia Artificial. La IA penetra e integra tecnologías como el Internet de las Cosas (IoT), la Realidad Virtual y Aumentada, la impresión 3D, la biotecnología, la nanotecnología, la ingeniería genética y las neurociencias. Es la extensión de la mente humana en dispositivos inteligentes, que amplifican extraordinariamente el trabajo cognitivo, mediante algoritmos matemáticos, también denominados softwares inteligentes.
Si en la tercera revolución creamos máquinas de procesamiento de datos programables mediante lenguajes artificiales (C++, Python, Java, etc.), en la cuarta creamos máquinas que aprenden el lenguaje natural, se entrenan y adquieren conocimientos a partir de la Big Data (texto, imágenes, sonidos), para simular la inteligencia humana. La Inteligencia Artificial Generativa, como son ChatGPT, Bard, Genesis, entre otros, junto a la robótica, vehículos autónomos, machine learning en la medicina, edificios inteligentes, aplicaciones de smartphone, ropa inteligente, Siri, Alexa, son ejemplos de lo expuesto. Estamos rodeados de artefactos inteligentes en nuestra vida cotidiana.
Mientras que las revoluciones industriales anteriores transformaron la agricultura, la manufactura, el transporte y la comunicación, esta revolución es altamente disruptiva y, en un proceso de destrucción creativa “schumpeteriano”, está transformando casi todos los aspectos de la vida y la sociedad a una velocidad y con una complejidad sin precedentes.
La penetración de la IA es a gran escala y alcance, siendo la disrupción del trabajo un factor esencial, propiciando que los “trabajadores del conocimiento” sean reemplazados por máquinas inteligentes. El activo fundamental de las empresas será el capital intangible potenciado por la IA, por encima de los activos físicos, con un aumento exponencial de la productividad laboral, dando paso a un nuevo tipo de sistema económico denominado “capitalismo cognitivo”.
Las grandes preguntas
Estos hechos plantean un desafío histórico para el ser humano en lo político, lo económico, lo social y lo ético, dando paso a preguntas claves pendientes de responder como son: ¿hasta dónde se llegará con la destrucción del trabajo actual que apenas empieza y cuál es la escala de desempleo y desaparición de empresas que producirá?; ¿qué nuevos trabajos y negocios van a emerger y cuál será la tasa de recuperación del desempleo?; ¿cómo los estados sostendrán o subvencionarán el desempleo evitando así una baja en la demanda agregada que corrompa los mercados y destruya el sistema dando paso explosiones sociales?; ¿cuál será la nueva relación laboral que surgirá entre los trabajadores cognitivos y los propietarios de los negocios?; ¿cuál es el rol de las grandes empresas tecnológicas (BigTech) y de los gobiernos en lo referente a la regulación de la IA en materia de riesgos de seguridad y de privacidad de las personas?; y ¿cómo se impactarán las economías de los países en vía de desarrollo como el nuestro?
El autor es Coordinador Maestría en Ciencia de Datos del INTEC