Este domingo 18 votaremos por alcaldes y regidores y enfrentaremos una boleta electoral complicadísima, una verdadera sábana. Ojalá que no se repita el problema de la votación municipal de febrero 2020. No culpemos a la Junta Central Electoral por el tamaño de la “sábana”, pues es culpa exclusivamente de nosotros al haber creado demasiadas provincias y auspiciado condiciones para que surgieran demasiados partidos.
Cuando los taínos la isla entera estaba dividida en cinco grandes cacicazgos y después de nuestra independencia nuestra parte de la isla estuvo constituida por solo siete provincias, Santo Domingo, Puerto Plata, Santiago, La Vega, El Seibo, Samaná y Azua. Ya para 1907 estas habían aumentado a doce, pero donde se multiplicaron fue cuando Trujillo, quien necesitaba cuarteles militares, destacamentos de la Policía, una gobernación y un palacio del Partido Dominicano en cada pueblo o pequeña ciudad para poder ejercer su control político y por eso creó seis nuevas provincias, un aumento de un 50 por ciento.
Con el advenimiento de la democracia continuó la fragmentación y ya contamos con 31 provincias y un Distrito Nacional lo que dividido por el territorio nacional arroja un promedio de apenas 1,563 Km2 por cada división territorial. En países de tamaños parecidos al nuestro, como Panamá, tan solo hay nueve provincias, en Costa Rica siete y en el vecino Haití tan solo 10 departamentos. Nuestras empresas privadas concentran sus ventas en el mercado interno dividiendo el territorio nacional en apenas 5-6 zonas, lo mismo hacen nuestros militares y policías. Las encuestadoras nos dividen en cinco regiones. Hasta ahora no se nos ha ocurrido contar con 34 equipos de béisbol profesional. Pero los políticos necesitan esa fragmentación territorial para dar empleo a mucha gente tanto en las alcaldías como en el Congreso, y el resultado es que hoy día tan solo un 10% del presupuesto va a inversiones cuando en los tiempos de Balaguer llegaba a un 50%
Este país debería contar con tan solo 4 o 5 partidos. Así fue en los años sesenta y setenta. Pero al autorizarse por ley que el Estado contribuyera con recursos presupuestos a los partidos, eso creó el “negocio” de los partidos pequeños, donde los promotores se lucran, pues no gastan en publicidad y promoción la totalidad de la plata que reciben del erario público. Unos 50 “partiditos” apenas logran hoy un 3% del voto nacional. ¿Se necesitará un “Bukele” para reducir nuestras provincias y partidos?
Por eso, tendremos que bregar con una boleta electoral de muchísimas casillas cuando la gran mayoría de los partidos que aparecen en ella están aliados a los 3 o 4 grandes. Pero, a pesar de todo, debemos ir a votar.