Estamos viendo un mundo diferente para la prensa a nivel global. A los peligros que antes acechaban a periodistas y medios, se suman ahora otros, sin duda, con mayor capacidad de hacer daño… a la sociedad.
Hasta la primera década del siglo XXI, la prensa del hemisferio –y prácticamente de todo el mundo–, tenía dos marcados enemigos: los gobiernos autoritarios e intolerantes, casi siempre de la mano de la corrupción; y el crimen organizado, particularmente el narcotráfico, que actúa con violencia extrema. Esto no ha cambiado hasta la fecha y se traduce en acoso judicial y/o exilio para periodistas, destrucción de medios y, en los casos más dramáticos, el asesinato de hombres de prensa
Con la llegada del internet, la prensa principió a enfrentar nuevos peligros que han avanzado con rapidez y que, lejos de diluirse, han ido en aumento, en la medida en que se ha vuelto relativamente sencillo crear nuevos medios –muchas veces con fines oscuros–, a la vez que crece la desinformación que circula cada vez con mayor presencia en las dinámicas e impactantes redes sociales.
Este “boom” de redes sociales como Facebook, X, YouTube o TikTok, ha facilitado el tráfico de “Fake News” o noticias falsas, que sin embargo no siempre son reconocidas por la audiencia, que da credibilidad a tantas de ellas que llegan a crear auténtica desinformación, a veces, en grado extremo y hasta dañino.
En la actualidad, la prensa tiene que librar batallas simultáneas para sobrevivir. En primer lugar, cambió el mundo de la publicidad. Desde inicios de siglo se da la desaparición de gran número de periódicos en todo el mundo, precisamente porque la pauta publicitaria existente, que se repartía entre la prensa impresa, radial y televisiva, se reparte ahora entre un número casi infinito de medios electrónicos, redes sociales y aplicaciones (apps), que captan la mayor parte de fondos dedicados a la publicidad.
Primero los medios se vieron obligados a reducir costos y luego solo algunos han logrado sobrevivir.
Las grandes redacciones de los medios más importantes prácticamente han dejado de existir. En general, la prensa ha tenido que reinventarse para sobrevivir, cuidando siempre su activo más importante: la credibilidad. El periodismo de investigación, que fue determinante en muchos escándalos políticos desde los años 60 hasta la fecha, se ve debilitado por los obligados recortes presupuestarios y ahora su presencia es más aislada en medios periodísticos desde Canadá hasta la Patagonia.
Paulatinamente la batalla se vuelve más desigual. Las redes sociales suelen ganar en inmediatez y el crecimiento de las audiencias hace que la pauta publicitaria que les llega sea mayor. La balanza se inclina a favor de lo que muchos consideran “el nuevo orden informativo”, aunque lo que se vive es un mundo cada vez más desinformado, confundido y hasta confrontado, porque dentro de las redes existen batallas ideológicas permanentes, en donde grupos radicales e interesados promueven el enfrentamiento.
En un pasado relativamente cercano, en las reuniones de las organizaciones que defienden la libertad de prensa, se censuraba y señalaban las acciones de los gobiernos y las estructuras criminales por la represión contra medios y periodistas. Se trataba de enemigos –problemas– que se podían identificar y a los que se podía censurar de forma directa y precisa.
Ahora estamos ante una situación bastante más compleja. Recordemos que en las redes sociales no siempre se da la cara y, por el contrario, es por medio de perfiles falsos –por lo tanto, anónimos– que se traslada la mayor parte de la desinformación. Lo vemos en torno a noticias sobre procesos electorales, guerras, conflictos políticos domésticos, ciencia, medio ambiente y temas sociales en general. Es impresionante la desinformación imperante.
En el año 1990 el lanzamiento del programa o plataforma de “Photoshop”, mostró que las fotografías podían ser manipuladas y convertirse, eventualmente, en una “Fake News”. La prensa seria mostró que no lo utilizaría en respeto a sus lectores o televidentes, pero la herramienta para “desinformar” en ese sentido estaba en el mercado.
Ahora mismo estamos en medio de la irrupción de la Inteligencia Artificial (IA), muchísimo más poderosa que aquel paso inicial, la cual permite la manipulación, cada vez más eficiente, de cualquier noticia que se transmite en redes sociales. Imágenes, voz, videos, todo se puede trastocar para que incautos crean lo que se muestra.
Todos estos problemas, en apariencia, golpean principalmente a la prensa establecida, pero en la práctica, hacen un daño enorme a las sociedades. Pero ¡ojo¡, lo peor de todo es que la mayoría de personas ni siquiera se dan cuenta de los engaños enormes y no creen en la desinformación.
Nos adentramos en el mundo de la desinformación, con las secuelas que ésta trae consigo.