Por Omar Messón
Tuve la oportunidad de estar en varias actividades en las cuales estaba el Poeta Nacional Pedro Mir. Lo saludé en varias ocasiones, pero su aura era tan grande que todo el mundo quería conversar con él y poca oportunidad tenía un jovenzuelo de provincia de hablar con este hombre tan humilde, pero a la vez tan grande.
Su cuerpo menudo se hacía sentir, su voz de trueno se sublimizaba cuando leía sus poemas, me gustaba su lectura, se notaba que no estaba descifrando signos sino sentimientos, sus sentimientos. Mir Valentín era un poeta, no de aquellos que se limitan a escribir versos sino de los que construyen la poesía.
En una ocasión, creo que corría el año 1987, salí de mi casa preparado para entrevistar al notable vate. Una actividad a celebrarse en el Club Mauricio Báez me puso en las manos la oportunidad. Nos trasladamos al encuentro en donde sabíamos que iba a estar el poeta, para ello tomamos cinco pesos prestados a mi amigo, también estudiante universitario, Juan Peralta Silverio, sosuense, para más señas (Creo que todavía no le he pagado los cinco pesos).
Allí fui con mi grabadorita y una cinta limpia para que no se gastara en medio de la entrevista. No sabía cómo lo haría, pero lo haría. Cuando terminó la actividad, en medio de vítores para el poeta, me fui acercando, fingí ser un periodista y llegué hasta donde estaba el objetivo. Le dije que si le podía hacer algunas preguntas. Me dijo que sí tan paternalmente que se me quitó el nerviosismo.
Lo entrevisté ampliamente, y él, complaciente, sonreía al contestar cada pregunta. Cuando nos despedimos, sentí la confianza y la necesidad de abrazarlo, y lo hice. Volvía alegre a mi casa porque había entrevistado a uno de mis ídolos. Luego lo volví a ver en varias ocasiones, pero solamente nos saludamos. Muchos años después (No frente al pelotón de fusilamiento sino luego), los amigos Ramón Saba y Lauriestely Peña Solano me extendieron una invitación.
Ya el poeta había muerto, pero nos quedaba su poesía, o sea, su vida. La invitación era para que en un acto en honor a la memoria de Don Pedro a celebrarse en la biblioteca que lleva su nombre en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) dirigida en ese entonces por el poeta y amigo César Zapata, yo leyera un poema en honor al Poeta Nacional. En ese acto participaron Marcio Veloz Maggiolo, Mateo Morrison, León David, Tony Raful, Ramón Saba, Rossalina Benjamin, y un servidor, todos invitados a leer un poema de Pedro Mir, menos yo.
Mi caso era diferente, yo tenía que leer un poema mío dedicado a Pedro Mir. Ahí nació mi poema HURACAN MIR, poema por el cual, luego de leído, fui ovacionado de pie y felicitado por esos grandes escritores que me acompañaban. Vaya este recuerdo como homenaje a ese gran hombre llamado Pedro Julio Mir Valentín, poeta de la patria.