Por Ramiro Francisco
Cuando la inspiración ofrece esos sutiles toques al corazón y el alma responde envuelta en esa magia, los compositores escriben canciones, versos y poemas que trascienden el tiempo, el pensamiento vuela esté o no nublado y pueden verse, casi hasta tocarse, las estrellas en el vasto firmamento.
En ese estado, nacen canciones como Granada, de la pluma del maestro Agustín Lara, allá por el 1932 dicen muchos, sin este haber visitado todavía a España.
Cuando llega ella, debes aprovecharla, porque no siempre la tendrás contigo. Así nacen canciones hasta para destacar la belleza de las manos, el cabello, el rostro, los ojos, los labios, el amor que se marcha, el nuevo que llega, la amistad, al abuelo, el maestro, los bomberos, la Patria, el pueblo, las calles, la madre, el padre, la distancia, el Amor, las estaciones del año.
La inspiración es rica y riega algo sobre el calor, el frío, valentía, cobardía, el día, la noche, el amanecer, el atardecer, el abandono, la reconciliación, la muerte, el olvido, el adiós, el volver de nuevo, los colores, la belleza, la tristeza, la alegría, la niñez, juventud, y hasta para la vejez como Por qué te Marchas Abuelo, de Manolo Galván o Cuando Estemos Viejos, del dominicano Billo Frómeta.
De ahí, que a veces expresamos en Sábado Viejo, que hay canciones que cuentan historias, y que los temas son innumerables.
Los nombres de ciudades, ríos, países, el mar, playas, árboles, paisajes, montañas, tristezas, alegrías, los amigos, soledades, se enmarcan junto a otros, dentro de los temas que muchos compositores han dejado y dejan, como parte de su legado a la Humanidad.
Al mencionar el tema de ciudades muchas veces como títulos de hermosas canciones, es difícil no recordar Mis Buenos Aires Querido, de Carlos Gardel:
Mi Buenos Aires querido
Cuando yo te vuelva a ver
No habrás más pena ni olvido
El farolito de la calle en que nací
Fue el centinela de mis promesas de amor
Bajo su quieta lucecita yo la vi
A mi pebeta, luminosa como un sol
Hoy, que la suerte quiere que te vuelva a ver
Ciudad porteña de mi único querer
Oigo la queja de un bandoneón
Dentro, mi pecho pide rienda al corazón
Otra ciudad que aparece como título de una canción, es Santiago de nuestro Juan Lockward:
En medio de la fértil campiña cibaeña
bañada por las aguas de un Yaque dormilón
con las calles tendidas al sol siempre risueña
gorjea sus canciones la ciudad corazón.
Santiago… te circundan las aguas del Yaque como un cinturón.
Santiago… y estás siempre latiendo latiendo como un corazón.
Tus barrios son tan pintorescos que nada puede igualar,
su vida, sus pasiones y sus mil maneras de reír o llorar.
Tus barrios son tan pintorescos que nada puede igualar,
su vida, sus pasiones y sus mil maneras de reír o llorar.
Es en ese estado de hermosa inspiración, que Noel Estrada nos regala En mi Viejo San Juan, popularizada por cantantes diferentes,
hombres y mujeres:
En mi viejo San Juan
Cuantos sueños forjé
En mis noches de infancia
Mi primera ilusión
y mis cuitas de amor
Son recuerdos del alma
Una tarde me fui
hacia a extraña nación
Pues lo quiso el destino
Pero mi corazón
Se quedó frente al mar
En mi viejo San Juan
Porque quien escribe, es un puertoplateño, permítanme finalizar con el título de una ciudad hermosa y que en el argot del turismo se dice, que “lo tiene todo” y que precisamente el inmenso y siempre recordado Juan Lockward, la llamó “pueblito encantado”. Puerto Plata.
Yo nací en la falda de la loma, yo nací a la orilla de la mar
Me arrullaron mil mágicas palomas, el cantar de un arroyuelo,
Y la brisa de un palmar.
Puerto Plata pueblito encantado, mi sueño dorado por siempre serás.
En tus playas, orladas de plata, yo he sido un pirata valiente y audaz.
Me persigue el recuerdo querido, de un amor vivido que pasó al ayer.
Yo quisiera algún día volver, a ese pueblo querido que me vio nacer.
Hay que aprovechar la inspiración. Es lo que hemos hecho!