Por Jorge Posdeley, magister en Turismo.
Viernes 27 de septiembre de 2024. Cada 27 de septiembre celebramos el Día Mundial del Turismo, una fecha muy especial que nos invita a reflexionar sobre la importancia de una de las actividades socioeconómicas más dinámicas y disruptivas del mundo moderno. En términos globales, el turismo no solo genera experiencias y conexiones culturales invaluables, sino que en muchos países se consolida como uno de los pilares económicos más relevantes a nivel mundial.
De acuerdo con la Organización Mundial del Turismo (OMT), uno de cada once empleos en el mundo está vinculado a la industria turística, posicionándola como una fuerza motora en la generación de empleo y en la revitalización de las economías locales y nacionales. Este impacto es especialmente notable en Latinoamérica, donde el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) proyecta que el año 2024 será clave para el crecimiento del sector. Se estima que el turismo contribuirá con 385,9 mil millones de dólares al PIB de la región, superando en más del 6% los niveles registrados en 2019, año previo a la pandemia.
Además, según datos de Oxford Economics, al finalizar 2024, el sector turístico representará casi 18,2 millones de empleos en América Latina, lo que equivale a uno de cada doce puestos de trabajo a nivel regional.
El impacto económico del Turismo
El turismo es una fuente inagotable de ingresos, tanto para países emisores como para aquellos receptores. La capacidad de atraer visitantes y ofrecerles servicios de calidad genera un flujo constante de divisas, crucial para las economías en desarrollo. De hecho, en muchos destinos turísticos, esta actividad se ubica en los primeros puestos de generación de riqueza, compartiendo el podio con industrias como la tecnología y la energía.
El turismo ha venido evolucionando constantemente y a pasos agigantados, diversificándose hasta convertirse en uno de los sectores económicos de más rápido crecimiento a nivel global. Su estrecha relación con el desarrollo ha impulsado a nuevos destinos, consolidándolo como un motor clave del progreso socioeconómico. En tiempos prepandémicos, el turismo ya generaba un volumen de negocio comparable, e incluso superior, al de sectores como el petróleo, la industria alimentaria o la automotriz (OMT-2019). Esto lo posicionaba como un actor central en el comercio internacional y una fuente vital de ingresos para muchos países en desarrollo, en un contexto cada vez más competitivo y diverso.
La OMT destaca la resiliencia del turismo y su rápida recuperación, proyectando que para fines de 2024 la actividad alcanzará los niveles prepandémicos. Esta recuperación ya está impactando positivamente en las economías, empleos y oportunidades para las comunidades globales.
La importancia económica de la actividad turística en América Latina se observa claramente en el informe del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC), que prevé que el gasto de los visitantes internacionales para el 2024 en América Latina alcanzará los 60,5 mil millones de dólares, lo que representa un crecimiento del 5,5% en comparación con los niveles prepandemia y un incremento de casi el 11% en relación con 2023. Estas cifras destacan el impacto decisivo del turismo en la recuperación económica, consolidándose como un pilar clave para las economías de países receptores, especialmente en aquellos en vías de desarrollo, donde el flujo constante de visitantes impulsa sectores clave y fortalece el comercio local.
El turista, en cada viaje que realiza, moviliza y motoriza una vasta cadena de valor de servicios que incluye alojamiento, transporte, gastronomía, entretenimiento, y muchas otras áreas que dependen únicamente de la motivación del viajero o de la búsqueda de la satisfacción de sus experiencias. En definitiva, el movimiento económico que genera el turismo es tan importante que impulsa a pequeñas, medianas y grandes empresas de la misma manera, y su impacto se siente en todos los sectores de las economías locales.
Turismo sostenible: un imperativo global
Sin embargo, el crecimiento exponencial del sector también trae consigo grandes desafíos, y, por sobre todas las cosas, se enfrenta a la problemática de la turismofobia, fenómeno generado por el exceso de visitantes. Existen países como Francia y España que reciben cerca de 100 millones de visitas al año.
Hoy más que nunca, es necesario repensar cómo se lleva adelante el turismo y cómo podemos asegurar su sostenibilidad a largo plazo. La masificación turística ha sido un verdadero flagelo en muchos destinos, poniendo en riesgo tanto los ecosistemas naturales como la integridad cultural de las comunidades locales. Para mitigar estos efectos negativos, es imperativo implementar políticas de protección medioambiental que garanticen un cuidado respetuoso de los recursos naturales y culturales, pilares fundamentales sobre los que se sostiene la actividad turística.
Es necesario que los gobiernos y las instituciones trabajen conjuntamente en la creación de políticas regenerativas que promuevan un turismo consciente y responsable. Esto implica no solo proteger lo que ya tenemos, sino también regenerar aquello que ha sido degradado por el mal manejo de los recursos. La clave está en la integración de prácticas sostenibles que protejan tanto la naturaleza como la diversidad cultural, asegurando que las futuras generaciones puedan disfrutar de estos destinos en toda su riqueza.
Debemos ir pensando más allá del turismo y más allá de los enfoques tradicionales que venimos utilizando cuando hablamos de planificación o gestión política del turismo. Debemos superar las ideas básicas de sustentabilidad o sostenibilidad. El concepto a revisar de la actividad turística debe partir del turismo regenerativo, que debería ser el foco central de nuestro trabajo a futuro. Esto no es solo una tendencia que busca minimizar el impacto negativo, sino mejorar el recurso turístico, dejándolo en mejores condiciones de lo que se encontraba. Lograr esto requiere políticas disruptivas y transformadoras que reconfiguren la forma en que interactuamos con los destinos. Si logramos implementar estas estrategias regenerativas, daremos un paso decisivo hacia el futuro del turismo, marcando un antes y un después en la manera de concebir esta actividad. Incluso podemos llegar a pensar en nuevos modelos disruptivos para la refundación del turismo.
La profesionalización del sector, la clave para el futuro
Otro aspecto fundamental que debe considerarse siempre es la profesionalización del sector turístico. La formación y capacitación continua de quienes trabajan en el sector es esencial para mantener los estándares de calidad que los turistas demandan y que los destinos merecen. El turismo no es una actividad que simplemente «ocurre»; requiere una planificación meticulosa, una gestión eficiente y un enfoque estratégico que solo se logra con la preparación adecuada.
Según datos de la OMT, hoy ONU Turismo, la mayoría de la mano de obra turística mundial está compuesta por jóvenes, muchos de ellos sin formación ni cualificaciones adicionales. Esto resalta la urgencia de priorizar la educación en el sector turístico. Actualmente, los programas educativos existentes se enfocan mayormente en la hotelería, dejando vacíos en la formación integral sobre todas las áreas del turismo. La OMT se ha comprometido a cerrar estas brechas a través de cursos y formaciones que permitan a los estudiantes adquirir un conocimiento más amplio del sector.
El turismo es el principal empleador de jóvenes; el 50% de los trabajadores del sector son menores de 25 años. Al mismo tiempo, se estima que, para el año 2030, alrededor de 882.000 puestos de trabajo en el sector turístico requerirán mayor formación profesional (OMT 2023).
Este debate ha puesto sobre la mesa la necesidad de políticas que fomenten la innovación y la educación desde las bases, para garantizar un turismo inclusivo, equitativo, sostenible y con valor añadido. Por ello, resulta crucial que la enseñanza del turismo comience desde edades tempranas, incluso desde la educación primaria, para preparar a las futuras generaciones para enfrentar los retos y aprovechar las oportunidades de este sector en constante evolución.
Un llamado a la acción
En este Día Mundial del Turismo, es importante recordar que la protección del turismo es la protección del futuro. Para seguir siendo una de las actividades más importantes y rentables del mundo, debemos velar por su desarrollo responsable. El turismo es mucho más que una fuente de ingresos: es un puente entre culturas, un motor de empleo y un custodio de la naturaleza y las tradiciones.
El desafío está en nuestras manos. Solo con un enfoque sostenible, políticas claras y la profesionalización de todos los eslabones de la cadena turística, podremos asegurar que el turismo siga siendo un actor clave en la economía global sin comprometer los recursos naturales y culturales que tanto valoramos.
Feliz Día Mundial del Turismo. Hoy celebramos una actividad que no solo nos mueve, sino que también transforma el mundo para mejor.
Fuente: OMT, ONU Turismo, wttc.org