Ramiro Francisco
Es difícil, muy difícil, encontrar una ciudad en nuestro país o fuera del mismo, donde no existan personas llamadas de “las calles”.
Es decir, personas sin hogar, abandonados por sus familias, autoridades y la misma sociedad.
Piperos, drogadictos o locos, como también se les llama. Pocos sobrepasan los 40 años de edad.
¿Cómo llegaron a ese nivel? Cada quien tendrá su propia y triste historia.
El caso es una verdad innegable. Los tenemos en nuestras calles. Generalmente varones. Aunque esto no signifique, la inexistencia de féminas.
Comen lo que pueden y no tienen un lugar fijo para dormir y realizar sus necesidades fisiológicas, por lo que utilizan casas abandonadas, callejones, patios o galerías de viviendas habitadas.
Se desconoce si hay algún levantamiento que indique sus procedencias. Notamos mucha dejadez e indolencia de todos. Quizás, porque no tenemos algunos de ellos en nuestra propiedad.
Realmente, ellos no ejercen el derecho al voto, no asisten a mítines o marchas en favor de tal o cual candidato. Son “los nadies” de Eduardo Galeano.
Por ahora, no todos son violentos, pero los hay.
¿Quién puede asegurar que para los años venideros todo seguirá igual, en cuanto a la cantidad y comportamiento?
¿Qué puede ejecutarse a favor de esas personas y de la sociedad donde nos ha tocado vivir?
Hoy son ellos. Tal Vez Mañana como canta Aníbal de Peña…¡Quién sabe!