Actualizado a 27 de noviembre de 2024, 12:00
En abril de 2024, un equipo de científicos liderado por Chad Greene, de la NASA, sobrevolaba el helado desierto de Groenlandia a bordo de un Gulfstream III. Equipados con un avanzado radar de apertura sintética, su misión era calibrar las capacidades del UAVSAR, un instrumento diseñado para escanear las capas internas del hielo.
Pero mientras recorrían una región a unos 240 kilómetros al este de la Base Espacial Pituffik, algo extraordinario surgió de las profundidades heladas: los vestigios de Camp Century, una base secreta de la Guerra Fría.
Descubrimiento único
Construida en 1959 por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los EE. UU., Camp Century era una red de túneles excavados dentro de las capas superficiales del hielo groenlandés. Diseñada para albergar instalaciones militares y científicas, la base también ocultaba un ambicioso, aunque fallido, proyecto conocido como «Iceworm»: un sistema de misiles balísticos intercontinentales ocultos en el Ártico.
Sin embargo, tras su abandono en 1967, las estructuras quedaron atrapadas en un manto de nieve y hielo que hoy las sitúa a más de 30 metros bajo la superficie.
Lo que hace único este descubrimiento reciente es el nivel de detalle alcanzado gracias al UAVSAR. A diferencia de los radares tradicionales, que generan perfiles bidimensionales del subsuelo, este instrumento proporciona mapas tridimensionales que permiten distinguir estructuras individuales con una precisión sin precedentes.
En los nuevos datos, las estructuras paralelas de la ciudad secreta se alinean con los túneles que se construyeron para albergar diversas instalaciones.
Estas imágenes ofrecen una perspectiva más clara de cómo se distribuyó la base, aunque también presentan desafíos de interpretación, ya que otras capas del hielo, como el lecho a más de un kilómetro de profundidad, aparecen superpuestas en las imágenes.
El legado de Camp Century
Aunque el hallazgo despierta curiosidad histórica, Camp Century guarda un oscuro legado. Junto con sus túneles, quedaron enterrados residuos biológicos, químicos e incluso radiactivos. A medida que el cambio climático acelera el derretimiento de los casquetes polares, los científicos temen que estos materiales puedan emerger, planteando graves riesgos ambientales.
Estudios previos, basados en mapas convencionales, han tratado de estimar cuánto tiempo queda antes de que la base quede expuesta. Los nuevos datos del UAVSAR podrían ser clave para refinar estos cálculos y evaluar las implicaciones del calentamiento global en Groenlandia.
Sin un conocimiento detallado del grosor del hielo, no podemos prever con precisión cómo responderán las capas heladas a océanos y atmósferas en rápido calentamiento. Este tipo de estudios no solo son esenciales para proteger el entorno ártico, sino también para proyectar el impacto del aumento del nivel del mar en todo el planeta.
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