El informe de la Oficina Nacional de Estadística sobre la percepción de los dominicanos en torno a la seguridad ciudadana es un reflejo inquietante de una realidad que sobrepasa cifras y datos.
La delincuencia y la inseguridad, señaladas como los principales problemas del país, han sembrado un estado de miedo que limita la libertad de movimiento y afecta la calidad de vida de miles de ciudadanos.
El Gobierno, encabezado por el presidente Luis Abinader, ha mostrado voluntad y esfuerzos para contrarrestar este flagelo a través de iniciativas como el Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana y el Plan de Seguridad Ciudadana.
Estas medidas, aunque significativas, se enfrentan a un problema de raíces profundas: la fragilidad institucional, la degradación moral, y la corrupción, que han erosionado la confianza en las autoridades y dificultado la aplicación efectiva de las leyes.
El informe de la ONE subraya una realidad alarmante: más del 53% de los dominicanos reportan sentir “algo de miedo” o “mucho miedo” por los actos delictivos en sus comunidades.
Esta percepción se traduce en comportamientos restrictivos que afectan el desarrollo social, como evitar salir de noche o participar en actividades comunitarias.
Además, las mujeres, quienes sienten mayor inseguridad y vulnerabilidad, enfrentan un desafío adicional, vinculado a la violencia de género y la desconfianza en las instituciones.
Esta situación no puede atribuirse exclusivamente a los gobiernos actuales.
Es una secuela acumulativa de décadas de debilidad institucional, normas quebrantadas y un sistema político que ha fallado en priorizar la seguridad y el bienestar ciudadano.
La falta de confianza en los políticos, el abstencionismo electoral y las violaciones constantes a las leyes son síntomas de una sociedad que necesita un cambio profundo.
Es necesario un esfuerzo conjunto para rescatar la paz, la buena convivencia y la concordia en nuestras relaciones sociales.
El miedo que nos sobrecoge no debe paralizarnos; por el contrario, debe impulsarnos a luchar por este cambio profundo a una sociedad terriblemente desgarrada.
Editorial Listín Diario