Dos lamentables sucesos han puesto en tela de juicio los esfuerzos realizados para transformar la Policía Nacional
El pasado fin de semana, dos lamentables sucesos han puesto en tela de juicio los esfuerzos realizados para transformar la Policía Nacional.
En el primero de los casos, un joven de 20 años salió de su casa el 20 de febrero. Tras varios días de incertidumbre, su familia encontró su cuerpo en una morgue, 10 días después de haber sido detenido en una redada policial.
El segundo incidente involucra a una mujer que denunció que el vehículo en el que viajaba junto a sus hijos fue tiroteado por agentes de la Policía Nacional, alegando que su automóvil tenía un «perfil sospechoso». A pesar de que la pena de muerte no está contemplada en el Código Penal dominicano, cada año decenas de personas pierden la vida en «intercambios de disparos» sin que se ofrezcan explicaciones claras o coherentes. Este panorama plantea una seria contradicción con la misión de la Policía Nacional, que debería ser la protección de los ciudadanos y el fortalecimiento de la confianza pública.
Más que una fuerza temida, la Policía Nacional debe transformarse en una institución que inspire confianza y actúe respetando los derechos humanos.
Diario Libre