Esto pese a que, en los últimos años, la República Dominicana mantiene el liderato mundial en muertes al volante y, solo en el 2024, 3,114 personas perdieron la vida en accidentes de tránsito, de acuerdo a cifras oficiales.
Entre 2016 y 2024, dijo el presidente Luis Abinader en una LA Semanal con la prensa, 26,527 personas perecieron por esa razón.
El motivo principal de esos elevados números es simple: no respetamos las leyes de tránsito. Basta detenerse en un semáforo en rojo para observar a decenas de motocicletas violando la señal de pare sin que suceda nada.
El 71 % de las muertes en accidentes de tránsito el año pasado fue de motociclistas y parecería que a nadie le importa, ni siquiera porque solo en el 2024 la imprudencia al volante le costó al país RD$131 mil millones.
Y es que no esperamos el cambio a verde ni nos molesta irnos en vía contraria y «robarnos el pedazo» para ahorrarnos un par de minutos.
La falta de consecuencias (le llaman impunidad cuando se trata de actos de corrupción) ha permitido que las calles dominicanas se conviertan en una zona salvaje y que todos arriesguemos la faja cada vez que salimos al trabajo, a llevar a nuestros hijos al colegio o a lo que sea.
Es cierto que hace falta mucha educación vial, pero también adolecemos de la capacidad de ser consecuentes con aquellos con quienes compartimos la ciudad, piense en la tocadera de bocina.
Nos hemos acostumbrado a vivir al estilo salvaje y la actitud negligente de las múltiples oficinas públicas relacionadas con el tránsito solo ha contribuido al caos que vivimos.
Fuente: Diario Libre