El gobierno dominicano ha asumido las posiciones de Washington en torno a temas o conflictos internacionales como las crisis de Venezuela y Nicaragua, la invasión rusa a Ucrania, aunque ha tenido criterio propio al reclamar el cese del bloqueo contra Cuba o establecer relaciones con la República Popular de China.
La cercanía con esa potencia económica se expresa en que representa el primer socio comercial, que en ese territorio residen casi dos millones de dominicanos y que esa nación es la mayor fuente de inversión extranjera directa y de donde viene la mayor cantidad de turistas.
En una ocasión, el presidente Luis Abinader advirtió que las áreas estratégicas del desarrollo nacional estarían reservadas a la participación del capital estadounidense, para lo cual se vetaría el correspondiente a China, su principal competidor.
Al agravarse la crisis institucional, económica y política de Haití, que la convierte en un foco migratorio que se ha extendido hasta las fronteras estadounidenses, la Casa Blanca y el Departamento de Estado incrementan niveles de presión para que el gobierno dominicano asuma las consecuencias de ese éxodo.
A partir de la sentencia 168-13, o caso Juliana Degui, pronunciada hace diez años por el Tribunal Constitucional, que veta la nacionalidad a hijos de extranjeros residentes en condición irregular, los nexos entre Santo Domingo y Washington recorren caminos de dificultades menores o mayores.
El presidente Abinader declinó firmar el documento final de la IX Cumbre de las Américas, celebrada en junio de 2022, en Los Ángeles, porque en ese texto virtualmente se obligaba a República Dominicana a fungir como destino exclusivo de la migración haitiana, gesto soberano que no agradó al Tío Sam.
La suspensión de la cuota azucarera al Central Romana, bajo la acusación de promover trabajo esclavista, en perjuicio de obreros haitianos, la advertencia a ciudadanos afroamericanos de que serían objeto de discriminación aquí, el proyecto de ley que abriría la frontera a la migración irregular y la ausencia de embajador en su legación diplomática, constituyen preocupantes señales de que los nexos con Estados Unidos no andan bien.
Editorial El Nacional 10-2-23