Ramiro Francisco
A Doña Ana y Renato Ferrero en Argentina.
Hay situaciones imposibles de creer en esta realidad, nos aturden, por lo inexplicable, por lo “misterioso”, tal vez, porque no alcanzamos a comprenderlo en lo inmediato, aunque a todos, se nos brinda la oportunidad de poder entenderlo más adelante en el devenir de nuestras vidas.
Dentro de esos espacios de los “entendidos entenderán”, que nos place escribir, hoy relatamos lo que se conoce en las Escrituras como la conversión de Pablo o Saulo de Tarso.
Un caso un tanto raro, en que un ser humano distingue, ve la figura del Maestro luego que este ascendiera al cielo. Nos parece, que fue el único que tuvo ese gran privilegio.
Recordar, que Saulo, era realmente un perseguidor de los creyentes, a quienes maltrataba, azotaba y encarcelaba. Bueno, en esa misión era su viaje camino a Damasco.
Cuando narra lo sucedido, recuerda hasta la hora “como a mediodía”. Sol radiante, calor, cabalgaba junto a otros, a llevar a cabo la tarea, cuando de pronto los rodeó, una luz más potente que el Sol y en medio de ese resplandor, caen a tierra y el futuro discípulo y apóstol ve a Jesús y escucha su voz, que le habla en hebreo. No por telepatía.
Un detalle. Sus compañeros sí vieron el resplandor, más no entendieron la voz ni pudieron ver la figura del Resucitado. Aunque asombrados y asustados, no salieron corriendo. ¿Por qué?
¡Nos imaginamos, que todos, nunca jamás fueron los mismos!
Ah, Saulo de Tarso resultó afectado de la vista. Ciego. Y fue conducido por sus compañeros a un lugar en la ciudad indicado por el Señor.
Tomar en cuenta, que los compañeros de Pablo NO quedaron ciegos. ¡Cuántas lecciones recibiría el futuro misionero durante esos días sin probar alimento, tranquilo y ciego!
Hasta que Ananías, habiendo recibido instrucciones divinas mediante una visión (de eso escribiremos luego), se presentó ante quien ya lo conocían como un perseguidor de los cristianos, puso sus manos sobre él, y Saulo, recobró la vista.
Su historia de vida, está relatada en las epístolas a las diferentes congregaciones que forman parte de los libros del Nuevo Testamento.
¿Por qué a Pablo? ¿Por qué tuvo que ser ese perseguidor con un corazón lleno de “maldad” que escuchó su voz y la única persona en ver a Jesús luego de su ascensión?
¿Hay acaso privilegios en los Caminos del Señor? ¿Por qué ese encuentro no fue en el amanecer en el nacimiento de un nuevo día? ¿Por qué no fue esa revelación a Pablo solamente?
Años más tarde, el llamado Apóstol de los Gentiles, expresaba” Oh profundidad de la sabiduría, de las riquezas y del conocimiento de Dios, cuan insondables son sus juicios e inescrutables sus Caminos”.
Los entendidos…entenderán. Unos, en las primeras etapas de sus vidas. Otros, en el atardecer de sus existencias.