Lic. Ramiro Francisco
Aquí estamos de nuevo para intentar tratar un tema dentro de la línea “Los Entendidos Entenderán”, que esperamos nos ayude a continuar dando pasos tendentes a alcanzar aunque sea, una pizca de conocimiento que alivie la carga, y el “vuelo” nos encuentre más livianos.
El Diccionario de la Lengua Española de la RAE, define asomo como: ”acción y efecto de asomar o asomarse”. “Atisbo, muestra, señal”.
Se cree –aunque muchos tienen miedo de decirlo – que muchas personas con enfermedades graves y a punto de fallecer o apenas horas de haber fallecido, se asoman a algún ser querido, antes de partir definitivamente al más allá.
Por eso, se considera que los asomos o presentación, se dan en todos los niveles sociales, pero que son muy pocas las personas que cuentan esas experiencias, ni a sus mismos familiares.
Posiblemente, para no escuchar de ellos, la expresión “ tu estás loco o loca”.
El médico neurólogo Sigmun Freud, llamado el padre del psicoanálisis y uno de los grandes intelectuales del pasado Siglo, llamó “psicosis delirante” a esos asomos que afirmaban ver las personas.
Decía eran una “especie de locura momentánea provocada por el dolor y que los llevaba a ver el rostro, oír la voz u oler el aroma del ser querido que ha muerto” Duelo y Melancolía 1917.
Como el tiempo no se detiene, han pasado más de 100 años de esas declaraciones. A la fecha, la situación es diferente, por los estudios que han realizado diferentes Escuelas, Universidades y Sociedades de Investigación Psíquicas en diferentes países del mundo al respecto.
Esos asomos para muchas personas, son como una despedida, un encuentro, un aviso de la partida de la persona fallecida. Asomos, que nunca más han vuelto a repetirse.
Generalmente ocurren, cuando los familiares viven lejos de la persona fallecida. Hasta en países diferentes. Y ocurren esos casos.
En sueños, o mediante alguna presencia o imagen, que duran apenas segundos. Repetimos: En el momento de desencarnar, partir, morir o alzar el vuelo.
Conocemos a alguien militante evangélico, que tuvo una experiencia de esa naturaleza. Nos pidió preservar su nombre.
Eran entre las diez y once de la noche. Estaba en la habitación junto a su esposo. Este ya acostado. Ella se había levantado de orar. Observa una silueta de pie en una de las esquinas de la habitación. No siente temor ni nada, no se altera. Reconoce que la figura o lo que sea que está allí, es su hermano ¡Pudo reconocerlo!
Al momento, aquello se desvaneció. Pasada no bien la medianoche, reciben una llamada. Su hermano, aquel que había visto en la habitación, había muerto en un accidente de tránsito.
Con ese asomo, ¿Fue a despedirse de su hermana?
Hechos por ahora inexplicables desde la simple lógica, pero ocurren.