Al margen de los previsibles resultados, la institucionalidad y el civismo se impusieron a los nubarrones con los que se trató de ensombrecer las elecciones municipales de ayer.
Al tanto de las señales con que todavía a última hora se maniobró para incidentar o deslegitimar el certamen, la JCE entendió que había que sellar el blindaje electrónico y la propia seguridad pública para garantizar la pulcritud de la contienda.
La gente, sin prestar atención a denuncias sobre el supuesto apagón electrónico que se fraguaría desde predios oficialistas, acudió a las urnas, más consciente del deber que animada por falsas expectativas.
Puede decirse que el electorado apostó más por la estabilidad, o lo seguro, que por meras fantasías. Y lo hizo en orden y con la confianza en la responsable labor en la organización de los comicios que desde el primer momento exhibió la JCE. A pesar de las denuncias el ambiente distaba mucho de las tensiones e irregularidades como las que caracterizaron anteriores procesos.
En previsión del posible hackeo de los equipos o de la instalación de algún algoritmo para manipular las votaciones, la JCE se decantó por el conteo manual de los votos. Con esa técnica, que fue tan cuestionada por algunos sectores, que la calificaron como un retroceso en la época de la modernización, el tribunal también se ponía a un buen resguardo de ese agente que es hoy uno de los principales contaminantes del medioambiente: la desinformación.
Pero con todo y el auspicioso blindaje, que de acuerdo con la JCE ningún equipo podía ser hackeado, la institución decidió no utilizar la red internet para la transmisión de los resultados, sino que contrató la conexión de una firma privada.
Aunque de alguna manera se cuestionarán los resultados, la realidad es que la ciudadanía respondió sin temor al llamado de las urnas y que la JCE se concentró en un proceso transparente, cuidándose de no dejar el menor resquicio para algún tipo de travesura.
Todavía un caso en que se compruebe, por ejemplo, que algún candidato oficialista fue beneficiado con recursos del Estado no compromete al Gobierno en el uso del patrimonio público en el certamen. Se trata simple y llanamente de un asunto particular, como lo saben todos los que compiten en los certámenes.
Si los resultados, como se afirma, son una antesala de las congresuales y presidenciales de mayo próximo, estará por verse. Pero los candidatos y partidos que no obtuvieron el respaldo del electorado tienen más bien que revisar su estrategia antes que hablar de parcialización de los gestores del certamen o de sufragio inducido desde el poder con el uso de los recursos públicos. Y aprender la lección