Por Mercedes Castillo
La Real Academia Española (RAE) define al civismo como celo por las instituciones e intereses de la patria. Comportamiento respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública. Es sinónimo de civilidad, urbanidad, educación y cortesía. Y su antónimo es el individualismo.
Ayer domingo 18 de febrero la Junta Central Electoral (JCE), en la República Dominicana celebró antes los ojos nacionales e internacionales las Elecciones Ordinarias Municipales Generales, tal y como están establecidas en un ambiente de civismo ante y durante el proceso de escrutinio.
La JCE hizo bien su tarea y se portó a la altura de la circunstancias, demostrando que se pueden hacer las cosas bien hechas, sin sobresaltos, ni violación a la ley y a la Constitución de la República.
Igualmente, y como siempre, el pueblo dominicano se levantó muy temprano y fue a votar, para escoger a sus autoridades municipales en paz, orden y tranquilidad.
Las elecciones fueron ejemplares. Hubo un buen comportamiento de los votantes, del personal de los centros y mesas de votación, en la transparencia del proceso de votación, conteo de los votos y en la transmisión de los resultados.
Así los certificaron los observadores nacionales e internacionales, señalando algunas debilidades encontradas, pero que no comprometían la legitimidad del proceso.