Ramiro Francisco
Me inclino en creer, que algo se mueve en el espacio, que no son máquinas hechas por el ser humano. No está de más decir, que no somos dados a aceptar todo sin preguntar.
Cierto, que no todo logramos aprenderlo en minutos. Que hay capítulos, etapas, en lo que tenemos que aprender en esta dimensión y tiempo, que a veces resultan ser prolongadas, debido a que las lecciones no aprendidas, han de repetirse.
No se alcanzan cursos, estaturas o estados mayores, sin haber aprobado los exámenes.
Algo se mueve en el amplio Universo, que apenas tenemos simples nociones.
¿Máquinas voladoras, grandes y pesadas? ¿Tecnología desconocida por el hombre? ¿Desde cuándo están visitándonos? ¿Qué buscan?
¿Lo buscan porque no pueden construirlo o hacerlo, en su galaxia o mundo? ¿Se enferman y mueren? ¿La muerte para ellos, es igual que para nosotros?
Su tecnología, no es perfecta. Sus naves –si vamos a creer todas las historias- se estrellan, tienen fallas y sus tripulantes fallecen.
¿Cuál es su aspecto realmente? ¿Cabezotes, ojazos, grises, verdes, blancos, altos, enanos?
¿Quiénes pueden realmente verlos e interactuar con ellos? ¿Por qué? ¿Son malos o buenos? ¿Malos por qué…buenos, por qué?
¿Tienen ellos que ver con nuestros adelantos científicos, cambio climático, ojivas-armas nucleares?
Respeto el credo de cada quien, así como las opiniones sobre el particular. A veces, uno escucha por ahí, que “cada cabeza es un mundo”. Sencillamente, es un tema cautivador.