Por: Roque J. de León B.
En todos los entornos, ambientes, acontecimientos, eventos, entre más, hay cosas positivas y otras que posiblemente no lo sean, pero nos han condicionado para sólo saber distinguir y resaltar las cosas que no son tan positivas; hay personas e instituciones que han hecho de eso, un estilo de vida.
Eso, crea la ausencia del tan necesario equilibrio espiritual, psicológico y emocional, en ocasiones convirtiendo a quienes desarrollan esa práctica, en renegados sociales.
Recuerdo cuando mi Compañera de Vida pasaba por una condición de salud, mientras esperábamos su turno en las frías salas de un centro de salud privado de Santiago para la consulta con el oncólogo; la aplicación de la radio y/o quimioterapia, entre diálogos y mirar el reloj, de esos momentos aprendí que podía escribir hasta dos artículos de lo que nos ocurría en las calles y carreteras así como, de las realidades que ahí vivíamos.
Allí, mientras despejaba la mente escribía mis consideraciones y aportaba sugerencias para mejorar: las condiciones de las carreteras y el tránsito, el desastre ecológico y medioambiental que observábamos, por ejemplo, después de bajar el tramo comprendido entre el Túnel de Altamira y el Cruce de Navarrete, con la mezcla del humo de las procesadoras de materiales de construcción y la demolición de los bosques secos del entorno, de igual manera que la indolencia de los urbanizadores que destruyen sin piedad la Loma del Ranchito de Piché, en los linderos del Viejo Santiago.
En la parte humana más profunda disfrutaba cuando un paciente concluía su radiotepia y tocaba la campana como señal de victoria, a la vez que sonaba una sirena y el aplauso combinado de sus compañeros, como un símbolo de solidaridad.
Asimismo, sufría ver y escuchar cómo personas de lugares tan diversos y distantes, que podían ser desde Gaspar Hernández hasta Bonao expresar: «voy a tener que parar el proceso porque no tengo los recursos», sin lugar a dudas que ahí tenemos una oportunidad para hacer los estudios de investigación necesarios para determinar las causas del origen de tantos casos de cáncer en nuestro país, iniciar campañas de conscienciación referentes a la detección temprana de la condición y, la posterior construcción de los hospitales oncológicos necesarios.
Durante aquel tiempo vivido pude apreciar y aprender que las personas portadoras de alguna condición de cáncer forman una hermandad solidaria, envidiable.
En nuestro país, desafortunadamente como consecuencias del fanatismo en que hemos caído en cada acción que emprendemos nos hemos convertido en indolentes ante muchas realidades, donde nada nos parece bueno o positivo y eso, lejos de concitar el apoyo de los que nos rodean, les hace abrir el entendimiento hacia lo que debe ser razonable.
Ese peligroso nivel de negatividad e irracionabilidad de algunos grupos enfocados de forma enfermiza en sus intereses particulares es parte las causas de la rebeldía y violencia, mostrada por algunos segmentos de la sociedad, en sus diferentes niveles.
Es innegable que las sociedades que han avanzado son aquellas en las que los líderes, con su accionar les sirven de modelo y de ejemplo; cambiar de actitud es responsabilidad de todos.
ROQUE J. DE LEÓN B. (MAE).
DIPLOMADO EN TÉCNICAS DE COMUNICACIÓN SOCIAL INTEGRAL.
MIEMBRO DEL SNTP Y DEL SINLOPP.