Lic. Ramiro Francisco
Recientemente, tratamos sobre la muerte. El espanto que esto produce en muchas personas que no toleran hablar de eso en su presencia. Es, uno de esos temas interminables.
Incontables las leyendas, libros, conferencias y artículos, que se han realizado sobre ella. Y las que faltan.
Pastores de diferentes congregaciones, sacerdotes, obispos, monjes budistas, tibetanos y mahometanos, nunca estarán de acuerdo sobre la muerte y todo cuanto ella permite revelar.
Lo bueno de esas controversias, es que mueve a seguir investigando, las preguntas no faltarán, sin el temor a que llamen a uno loco o inclinado al oscurantismo. Gracias que no existe la Inquisición.
¿Sabe, conoce el ser humano cuando va a morir? ¿Por qué? ¿Qué habrá querido evitar el Altísimo? Los análisis realizados por expertos y en laboratorios confiables, que indican la presencia de un tumor cancerígeno, ¿Recibimos esa información con la misma tranquilidad? ¿No damos paso a la depresión y la soledad?
¿Qué tan preparado estamos entonces, para conocer el día y la hora de nuestra partida?
En el Antiguo Testamento, hay una hermosa y conmovedora historia, de un rey de nombre Ezequías, a quien estando en cama de muerte, y a sabiendas que se iba, el Altísimo tuvo misericordia del rey enfermo y le prolongó la vida por 15 años más.
Es como si todo, aun cuando se trate de la vida, está sincronizado con horas, días, minutos, en la mañana, tarde, noche o de madrugada, cuando hemos de partir.
De ahí, que a veces leemos o escuchamos “a fulano lo dejó el avión porque llegó tarde”. Luego se conoce que el avión tuvo un accidente y perecieron todos.
Está alguien en juego de bingo o dominó en la acera de su vivienda, de pronto siente necesidad de ir al baño. No bien se levanta y se aleja, un automóvil pierde el control, se estrella con la vivienda y perecen algunos de sus amigos.
Decimos –se salvó de milagro, no era su hora- y expresiones parecidas.
En la actualidad, la persona más longeva del mundo, es la señora Tomiko Itooka, con 113 años de edad. Reside en Ashiya, Japón. (National Geographic).
Otros niños se van, antes mucho antes, de realizar el grito de bienvenida luego de salir del vientre de la madre.
Continuará…