Ramiro Francisco
A Doña Ana y Renato Ferrero, en Neuquén-Argentina
Luego del Decreto presidencial que canceló a Miguel Mejía, son muchos los comentarios que pueden leerse en diferentes medios y plataformas digitales, acerca del peligro de tener personas no leales en el gobierno.
Es verdad que las alianzas políticas proporcionan votos que resultan de suma importancia en unas elecciones, pero muchas veces, hay quienes una vez en el poder y ostentando algún cargo, se les importa poco con sus acciones de doble cara y deslealtad, producir ruidos que como lodos manchen al gobierno.
La oposición amarra, recoge y guarda esos ruidos, para usarlos en su provecho cuando lo consideren oportuno, y tratar de causar el mayor daño con alguna “explosión” futura.
Es difícil -por no decir imposible-, que en alguna institución (sindicatos, iglesias, partidos políticos, Juntas, Comités, Patronatos) no existan desavenencias, encontronazos, envidias, egoísmos, celos, discusiones y hasta pleitos entre su militancia.
Inconvenientes que pueden subsanarse, con respeto y valores como la lealtad y la franqueza.
Leemos, escuchamos y creemos, que las doble caras en política como en todo, no dejan nada bueno. Conspiraciones y traiciones estarán a la orden.
Si hay algo que no acepta, que le resulta desviado y contraproducente con sus valores, anímese y darlo a conocer con respeto y lealtad, evitará muchas acciones negativas.
El liderazgo del PRM, debe estar vigilante y muy activo para detectar traicioneros dentro de sus filas o dentro del tren gubernamental.
No todo el que se acerca o sube al barco es leal. Las aves vuelan a donde hay pan.
Las nubes que se avecinan, no presagian nada bueno sobre lo tratado.
Cuando el pie diabético se daña en extremo, no hay más remedio que cortarlo.