Por: Roque J. de León B.
Cuando éramos niños en los campos, desde muy temprana edad nos comprometíamos con nuestros padres para acompañarlos en las áreas de trabajo, que podían ser desde: chapeos y arados en fincas, deshierbo, sembradíos y recogidas de cosechas en conucos, hasta en campos de caña de azúcar en sus diferentes fases, entre otras; en las ciudades los niños en su tiempo libre acompañaban a sus tutores a las oficinas y/o a las empresas, de esa manera se hacía la inducción al amor por el trabajo.
El segundo paso era aprender un oficio que podía ser: mecánica, ebanistería, soldadura, artesanía, técnica de oficina y escribir a máquina (no existía la tecnología como hoy), electrónica, electricidad, plomería, ponga usted los demás; no había tiempo para el fomento de la delincuencia infantil o juvenil y/o perderse en los vicios.
A pesar de eso el horario de ir a la escuela, investigar y estudiar en casa, era innegociable.
Un adolescente con las destrezas y conocimientos necesarios para ejercer un oficio práctico y generar recursos, además de al menos ser bachiller, era una garantía de avance para él, su familia y el país, sin dañar a nadie.
Mientras eso sucedía las personas del campo no pensaban en vender sus propiedades para emigrar a la ciudad a formar los cordones de miseria, que luego se convierten en la pesadilla que degenera en: delincuencia, vicios, prostitución, búsqueda de dinero fácil, entre otras condiciones que tanto dolor y daño causan a las familias y a la sociedad.
Además los de Clases Media y Alta, no sentían necesidad de convertirse en asociación de malhechores para dirigir la delincuencia y el crimen organizado, incluida la corrupción Público-Privada.
Al momento en que se crearon los Movimientos de Protección a los Niños, Niñas y Adolescentes como herramientas para proteger a los que eran explotados en África, El Congo y en muchos lugares del mundo donde aún son usados para hacer la guerra y practicar la trata de personas; a eso le siguió a nivel del mundo la creación de las organizaciones y Legislaciones para prevenir: la explotación, Abuso y Trabajo Infantil, Unidades del Ministerio Público para perseguirlo y combatirlo; República Dominicana no ha sido la excepción.
En mi pobre imaginación pienso que si la idea era buena, algo ha fallado, porque si bien es cierto que nuestra demografía ha cambiado de forma desmesurada y la influencia de diferentes culturas es innegable, la forma desproporcionada como ha crecido la Violencia y Delincuencia Juvenil es para cuestionarnos sobre, ¿Qué está sucediendo con nuestros muchachos y al interior de nuestras familias?
Ahora que nos enfrentamos a la realidad de la Inteligencia Artificial (AI), que sin espacio para dudas incrementará más que la Brecha, el Abismo Digital a la vez que, crecerá la desigualdad y la pérdida de incontables puestos de empleo en algunas áreas; también estará la satisfacción de su uso para el bien de la mayoría pero además, la amenaza de que otros estarán implementándola para con intensidad hacer el mal.
Es tiempo de reflexionar si realmente queremos seguir formando profesionales de las diferentes áreas del saber que, en un alto porcentaje no tienen la menor idea de lo que harán con lo aprendido, ya que resultado de una sobreprotección desconocen en la práctica el trabajo, de igual manera cómo se construye el progreso y el crecimiento sostenible.
ROQUE J. DE LEÓN B.
DIPLOMADO EN TÉCNICAS DE COMUNICACIÓN SOCIAL INTEGRAL.
MIEMBRO DEL SNTP Y DEL SINLOPP.